Una mirada interna.

Ayer , cuando abrí mi correo electrónico, encontré un mensaje de un amigo que me hizo reflexionar acerca de cómo en nuestro andar por la vida personal y profesional nos encontramos con personas, que pasan mucho tiempo de la maravillosa, única y corta vida, lamentándose y quejándose por los rincones, con los amigos, familiares, colegas, al parecer para que le cojamos lástima y nos manifiestan que están solos, sobre sus frustraciones, porque llueve o no, por el frío, en fin por cualquier cosa hacen una tormenta en un vaso de agua y lo peor, muchas veces, a los que somos optimista y alegres, nos transmiten sus sentimientos negativos y acabamos actuando y pensando como ellos.
Cabe entonces reflexionar si con esos sentimientos negativos, si con esa tristeza podremos ser una buena compañía para nuestra familia, pareja, colegas, estudiantes o amigos, si nuestra presencia es bien recibida, si dejamos una huella positiva en nuestro transitar por la vida. Estoy segura que coinciden conmigo en que acabaremos perdiendo nuestras mejores amistades, la compañía de nuestros hijos, de nuestra pareja, en fin, seremos una persona no grata, entonces, estamos llamados a cambiar, a mirarnos por dentro, a disfrutar de la vida, posibilitar además que los que nos rodean también aprendan a vivirla con optimismo y los ayudemos a enfrentar los tropiezos, los engaños, las pérdidas inevitables, las arrugas, las canas, los dolores y todas las dificultades que se nos presentarán, pero que al final, sacando cuentas son más los momentos lindos y felices que los indeseables que podemos y hemos vivido.
Bueno pues hagámoslo, dediquemos un minuto a mirarnos por dentro, a hacernos un autoanálisis de nuestro comportamiento y detectemos qué debemos cambiar.
Comparto con ustedes, algo que espero les ayudará, a ser una persona más jovial, más plena y aceptada, espero lo disfruten como yo le he hecho.
RECETA PARA LA JOVIALIDAD:
Deja fuera todos los números no esenciales para tu supervivencia.
Eso incluye edad, peso y altura.
Que ello le preocupe al médico. Para eso se le paga.
Convive, de preferencia, con amigos alegres.
Los pesimistas no te convienen.
Continúa aprendiendo…
Aprende más, sobre ordenadores, artesanía, jardinería, cualquier cosa…
No dejes tu cerebro desocupado.
Una mente sin uso es una oficina del diablo.
Y el nombre del diablo es Alzheimer.
Ríe siempre, mucho y alto.
Ríe hasta desternillarte.
¡Incluso de ti!
Cuando lleguen las lágrimas:
aguanta, sufre y…
sigue adelante.
Saluda cada día que amanece como una nueva oportunidad
para hacer aquello que aún no te atreviste a emprender.
Da la espalda a la rutina.
Prefiere nuevas rutas que volver a caminos mil veces hollados.
Apaga el gris de tu vida
Y enciende los colores que llevas dentro.
Abre tus sentidos para no perderte nada de lo bello y hermoso que te rodea.
Contagia de alegría a tu entorno, e inténtalo más allá de las fronteras personales en que te has ido recluyendo con el tiempo.
Pero recuerda:
la única persona que te acompaña toda la vida eres tú mismo.
¡Mantente vivo en todo lo que hagas!
Rodéate de aquello que te gusta:
familia,
animales,
recuerdos,
música,
plantas,
un hobby,
sea lo que sea…
Tu hogar es tu refugio, pero no acabes encerrándote en él.
Tu mejor capital, la salud.
Aprovéchala.
Si es buena no la malogres; si no lo es, no la estropees más
No sucumbas a la añoranza.
Sal a la calle. Ve a una ciudad vecina, a un país extranjero… pero no viajes al pasado que duele!
Di a aquellos que amas que realmente los amas y en todas las oportunidades.
Y recuerda siempre que la vida no se mide por el número de veces que respiraste, sino por los momentos que te palpitó fuerte el corazón
de tanto reír…
de sorpresa…
de éxtasis…
de felicidad…
Y sobre todo...
de querer sin medida.